miércoles, 26 de enero de 2011

Caminando por los campos.

Corrían tiempos de incertidumbre, entre el tumulto aterrador, solo se oía el eco de las voces desesperadas, de aquellos que yacían errantes en el suburbio. Como una burbuja espeluznante, el martilleo incensante de sus palabras recaía eficazmente sobre el tímpano de unos pocos, mientras tanto, a lo lejos, alguien gritaba mudamente una esperanza intrépida que arrollaría intrínsecamente la vida de los campesinos. La brisa atenuaba una mañana incierta llena de cosquilleo ilusionante que no dejaba de azotar fuertemente en el corazón apasionado de los más crédulos. El dogma de la vida, flotaba entre ellos, intachable, penetrante... voraz, pero aquellos sombreros de ala ancha, y el sudor de la tierra, sentenciaban con sutileza la vida hermosa de esos que labraban el mundo.

No estamos desterrados a perder la visión de las cosas, ni la esperanza, ni la ilusion...ni el amor.
Existe un mundo hermoso tras nuestra mirada irreal que merece ser divisado.
Que los campesinos levanten la mirada, para comprender el valor de lo que pisan.
Y tú, ¿te sientes campesino? Pues siembra en el corazón de los hombres, sobre la tez del alma, y labra el camino apacible, donde al final del majuelo, el reflejo de tu espíritu, sea un manjar del que alimentar la esencia de los demás.

El camino sigue...

domingo, 9 de enero de 2011

Los nadies

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadie con salir
de pobres,
que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a
cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca.
Ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los
nadie la llamen,
aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie
derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadie: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadie: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la
prensa local.
Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata.