domingo, 27 de marzo de 2011

El quebranto


Todo lo que tengo se consume por momentos. Inquebrantable en esta burbuja pátina que el tedio de los días golpea. Desafiante, entristecido, perezco en cada sueño, apenas cansado, pero si aburrido, impotente, soñando a cada paso que crezco, ensimismado en locuras de quienceañero, aturdido bajo el celaje nuboso, solo camino en este sueño de moléculas, jugando a ser el mecenas de tu piel, te contemplo en el reflejo de cualquier paisaje, te anhelo en cada movimiento de mi cuerpo, te suspiro en los ojos de la gente, te acaricio en la sensibilidad del viento, te busco en las rincones del ayer, pero simplemente, te veo desaparecer. Me consumo...

miércoles, 23 de marzo de 2011

Queriendo ser parte de ello

Alejados de la bóveda espectral que distorsionadamente contemplábamos en la oscura noche, conmovidos por el sílbido atroz del viento que zarandeaba fuertemente los verdes olivos, salimos a pasear como si la vida se les fuera en ello, brincaron majestuosamente, colina arriba, en busca del alimento que les alejaría de la hambrienta realidad simétrica que los envolvía.
Ya anochecía, la tarde poco a poco se desvanecía en suspiros de un quebranto rutinario, y el polvo de la tierra amarillenta, voloteaba por nuestra esfera de una manera libre e impecable.

martes, 15 de marzo de 2011

Viendo pasar el tiempo

Recuerdo que era enero. La tarde se deshacía en jirones de luz tras los cristales, en retales de polvo y nubes grises.
Recuerdo que era enero y que la tarde era sólo el reflejo de la tarde anterior, de todas esas tardes ya vividas, y a la vez el preludio de todas las que estaban por venir y que vendrían. Además, otra vez, era domingo, y su tedio teñía cada hora con la pátina gris del gris celaje. Pero aquel día, por ese extraño azar que como flecha entrelaza de pronto dos instantes, la frase de una novela con nuestra vida, el plano de una película con aquella ciudad que recorrimos, así de inesperada y de certera, llegaba a mis oídos la que habría de ser la banda sonora no sólo de aquella tarde, sino de todas las tardes de domingo. De todos los domingos, de invierno y cielo gris. Era una canción de El último de la fila. Una canción que venía a suavizar el peso del tedio dominical por medio de ese extraño mecanismo que sólo la buena literatura sabe poner en marcha: modificar la realidad hasta convertirla en otra cosa, en un universo no sólo más habitable, sino doblemente hermoso, doblemente vivo, más pleno, más intenso.
Y es que la músca, como tantas otras cosas en la vida, tiene la extraña capacidad de instalarse en nuestro presente, de formar parte de él, de quedarse a vivir en nuestras vidas como si siempre hubiera estado ahí, como una pieza más en el puzzle interminable del recuerdo
Infinitos domingos han llovido desde entonces... Infinitos oceanos y mares y cielos de astronomía razonables, y sin embargo, con que ímpetu resuenan todavía, con qué nuevo fulgor siguen contando los matices del mundo, sus pequeñas bellezas inexplicables.

domingo, 13 de marzo de 2011

Aparentemente frágil

Hoy salimos a pasear, la noche incitaba a consumir las horas pensando en ti, literalmente así se dió, y es que, cada huella minuciosa que me atrevía a crear, parecía ser aparentemete un momento de inestabilidad emocional, soñaba meramente con poder pasear algún día, de esos no muy lejanos que no tardan en llegar, por el mismo asfalto que hoy me atrapaba en su tenue realidad.
El hastío solitario de mi habitación me consumió durante varias horas, salir a pasearte, a reencontrarme contigo, a buscarte en los ojos de la gente, fue una vaga sensación que nació de la impotencia por no poder verte.
Millones de sentimientos que zarandeaban lo más profundo del ser, fueron mis mas fieles compañeros de viaje, unos cascos y mi viejo amigo Ismael Serrano susurrando gustosmente buena música sobre mis oídos, no podían faltar.
Buscando locuras que inventar, atrapado en miedos que me dominaban y que aún me arropan con su intachable aroma letárgico. Créeme, que aparantemente frágil, como si la vida se me fuese en ello, escribí varios mensajes para mandarte, pero finalmente, solo llegó a tu buzón, el que resumía la causa de mi andadura.
Mañana quien sabe, si saldré de nuevo a pasearte, a busacarte... a encontrarte, quie sabe...

jueves, 10 de marzo de 2011

El pincel mágico

Mientras el vértigo de la vida, con su impasiva brisa me susurra descaradamente, pienso de manera asidua en la suerte que tienen algunas personas de estar cerca de aquello con lo que su vida tiene algo de sentido. Tengo la suerte de vivir en ese sueño caprichoso que me envuele cada vez que el sol surca el inmenso cielo azul, atado gustosamente por el fluir de los días. Pero a veces, cuando el cielo suspira lágrimas de amor, es cuando recuerdo, que estoy incompleto, que falta una pieza mágica, que haga estremecer a las mismísimas estrellas que desafían cada noche al abismo terrestre.
Entre tanto, te imagino descalza, con un pincel en las manos,derramando sobre el asfalto el afeite sobrante de tu ultima obra de arte, un fiel reflejo de tu alma desnuda, palpando afectusamente el rostro de la naturaleza, como dos cuerpos entrelazados, disimulando la batalla intrépida que porteriormente y de manera afable harás realidad sobre el lienzo.

Hay pinturas que merecen ser realidad.