martes, 14 de octubre de 2008

Un camino, una emoción... una esencia.

No todo el mundo en la vida tiene claro cual es su destino. Los destinos de las personas cambian de sentido continuamente, la emoción de buscar esencias nuevas nos apasiona, nos hace ver el mundo con un riesgo intrepido y una incertidumbre morbosa. Es la emoción de la vida, el no saber donde estaremos mañana por buscar una sensación nueva. Pero a veces nos dejamos llevar tanto, que perdemos la noción de la responsabilidad, no asentamos los pies en el suelo y nos dejamos llevar por la conciencia de aquél jóven alocado que un día fuímos y con la que salimos a poner el mundo "patas arriba". La vida es más que eso, más que cualquier gamberrada estrambótica por buscar nuevas aventuras que descubrir. La aventura de vivir esta delante nuestra, en el día a día.
Todo el mundo va escribiendo su historia mediante las emociones que el tiempo le regala. Toda persona busca un aliciente por el que luchar y continuar este camino errante. Pero a veces la vida no te otorga el honor de tener un destino al que acudir. A veces el camino es frío y vas descalzo, y sigues caminando sin saber muy bien a donde dirigirte. Es fácil caminar sabiendo a donde ir. Pero no hay sufrimiento mas grande que no saber que camino elegir, que decisión tomar en el momento adecuado o que palabra suspirar para una ocasión determinada.
Perdido me encontraba en medio de parajes nublados por un sol de medianoche, arropado por un frío estelar, me di cuenta que no conseguía hallar destino alguno. Soplos de vida eterna golperaon fuertemente mi rostro , saboreando el peso de los años y los recuerdos volaron como estrellas fugaces. Era la emoción de un momento ya perdido que anida en la memoria de otro camino. Un camino lejano por el que un día caluroso de verano anduve. Pero ahora me encuentro perdido, con miles de flechas a las que seguir y preguntando a mi interior por cual he de continuar.
El miedo a continuar es fuerte y despiadado pero vital para continuar esta batalla llena de esencia temblorosa. Y llega un día de esos en el que no tienes a que agarrarte, un tiempo en el que te desplomas y nadie te levanta... un momento en que no hay camino al que acudir. Y te sientas a esperarar sobre la arena desgastada que algo ocurra, que alguien te mande una señal, que te indique correctamente donde está tu sitio, que te marque el ritmo sobre el que has de caminar. Que te mande mensajes desde el cielo y tú sigas sus indicaciones sin importarte muy bien a donde has de ir.
Porque tarde o temprano te das cuenta de que no existe un camino por el que caminar. Sino que a cada pisada, la esencia del camino se va construyendo, y los caminos se van abriendo, y al final te das cuenta de que no eres tú el que sutilmente posas tu alma sobre un camino...sino que es ÉL el que tarde o temprano camina sobre ti arriesgando una vida terrenal.

1 comentarios:

jcarloscrz dijo...

En el mismo camino siempre juntos