Vivimos presionados por la emoción, alimentándonos del mañana que pronto vendrá. Mientras tanto, quiero estar contigo de alguna forma, no solo mirando al cielo estrellado y ver tu reflejo en él. Quiero estar sobre tu mesa de noche, sentir tu sueño cerca, esconderme en tu alcoba sigilosamente y ser testigo fiel de tu día a día. Llena tu alforja de suspiros, de oleadas emocionales, de eterna sabiduría... llena tu alforja de retazos de vida. Mi afán tumultuoso también tiene su propia razón de ser, y aunque de tus labios nazca una tímida sonrisa, justificando mi locura singular, sé, que como yo, en la lejanía de tu nido, y abandonada de tu propia infancia, leerás con paciencia alguna que otra vez los destellos de tu fe.
Porque las pequeñas e insignificantes cosas también llegan a su propio destino, si éste los espera.
Todo lo comprenderás a su debido tiempo.