jueves, 15 de abril de 2010

De cada día.

“Corría la tarde tranquila, y el susurro del abismo infiel, intimidaba suavemente los rayos de sol que perecían cual gaviota sobre el paisaje oceánico.

El mundo se alejaba de su luz ancestral, del faro eterno, del ritmo atroz humano, que golpeaba cualquier esencia de quietud.

A lo lejos un interminable murmullo de recuerdos, apresados en la memoria débil del tiempo, proclaman con voz tenue el lamento en su lucha incesante contra las muros de la libertad.

Las cadenas hacían preso a mis sueños, y el engranaje de su lucha, se debilitaba hasta que sin saber muy bien como y porqué, el gris celaje penetró en el firmamento y una caricia sutil desgarró la opresión.

Desde entonces viven libres en este mundo cruel que se opone a su libertad.”

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