lunes, 26 de septiembre de 2011

Encuentros esporádicos: dilataciones del corazón

"...insensatamente seguimos añorando aquello que no poseemos, agarrados a la débil esperanza de acariciar lo que no nos pertenece, edificamos barricadas de ilusión intentando sentir las intransigencias de la vida. Que terco el humano, y que hermosa su lucha incansable por un sueño."

R. Leiva


Casualmente, hoy, me topé con alguien, un viejo amigo de la infancia; amablemente, nos dispusimos a intercambiar algún que otro vocablo transversal sobre el golpeo de la vida en nuestros rostros. Su júbilo al saber de mí, fue intachable, hacía tanto tiempo que no sabíamos el uno del otro, que no dejaba de preguntar sobre el peso de los días, el trato del mundo y mi manera de hacer camino. Fueron preguntas estrambóticas, sin argumento, una borrasca intrépida en exceso de interrogantes, pero tenían una gran cantidad de mensajes subliminales, como si minutos antes, hubiera estado hurgando en mi interior, explorando mis emociones y ahora quisiera sacar el jugo voraz de mi estupor. No lo entendía, iba demasiado veloz, trazos de mi vida presente emergían de su aliento audaz, hablaba de la constancia, de la ilusión, de la entrega, de la esperanza....de la espera. Quería romper aquella situación, me estaba desnudando el alma, me estaba diciendo lo que necesitaba escuchar, pero no lo quería admitir, no de alguien que no conozco, le interrumpo una y otra vez intercalando la vida de algún que otro amigo en común. Una mano en mi hombro, una sonrisa cómplice y... "no olvides quien eres Leiva, eres afortunado". ¡¿QUIÉN DIABLOS ERES, QUE QUIERES DE MI!? proclamé en mi interior, pero el asombro me hizo entrar en un momento de parálisis, y sólo pude decir con la cabeza cabizbaja, "eso nunca amigo, eso nunca", mientras una tímida sonrisa esbozaba mi rostro. Rápidamente quise desaparecer de allí, todo se detuvo en la avenida Barcelona, me sentía observado, como si llevara un letrero en la espalda que resumiera mis pensamientos, mis emociones, y aquel intruso amigable del pasado, no sólo lo había leído, sino que había tenido la osadía, de reconocerlos, valorarlos y avivarlos en el paisaje decorativo de mi vida. "A ver si nos vemos tranquilamente, nos tomamos un café y nos ponemos al día" dije lentamente mientras mis pies me alejaban de su presencia, tomar un café con ese "individuo"... podría despellejar mi alma, desvestir mi pecho, despojar lo mas hermoso de mi corazón, expoliar mi secreto...quizás yo aún no esté preparado para ello.



"...sensatamente seguimos amando aquello que añoramos, agarrados a la esperanza por acariciar lo que nos pertenece, lo que nos hemos ganado... lo que amamos, urbanizando ilusiones que transigen nuestro paso por la vida. Mientras más terco el humano en su lucha, doblemente hermosa su victoria."

R. Leiva



1 comentarios:

Sumayu dijo...

Abrirse uno mismo, más que una debilidad, es una fortaleza. Haz lo que tu corazón te dicte, no lo olvides.
Susana