miércoles, 16 de mayo de 2012

Golpeteos del corazon desganado

Ya te imagino frente a mí.  Con tus zapatos de tacón marrón. Los dos sentados sobre butacas blancas de hierro macizo, con extravagantes relieves circulares en el respaldar. Tu mirada brillante taladrando mi armadura protectora. Tus manos de seda, acariciando la copa  de tinto. El aire desafiando impetuoso la atmósfera que vas creando. Esculpes con tus labios el submundo en el que pretendes que yo me desenvuelva. A lo lejos, el eco de una canción, que habla de tí y de mí, de traición, de soledad y llanto. Los árboles, majestuosos, abren paso a su osadía natural, en el silencio de nuestras emociones. El cielo, con su oscuridad, inspirando tus gestos, lubricando tus labios. La brisa veraniega nos trae el dulce sabor de los lugares en los que te amé. De fondo, la ciudad, creando un espectro fiel que abraza el calor de los recuerdos. Tu cruce de piernas, debilita mi odio a cada instante. El carmín del birle, evoca en mí la presencia de la derrota, del eterno sin sabor del amor. El tiempo engríe la esperanza  de un hombre  cabal, y realza la soledad humana de quien todo lo dió, y todo lo perdió. Una sensación cortante que barría con impaciencia suicida la figura, femeninamente hermosa, que tenia frente a mí.  La vida me sacude. Todo se detiene, miro asiduamente hacia el suelo sobre el  que poso mis pies, y fugazmente,  vienen a mi, pequeños retazos de escenas vividas, momentos extraños que me abrazan, me susurran... me desgarran, momentos en los que me aleje de alguna manera de aquello que debía, que podía y que sentía, no sabía bien lo que quería, no tenía claro el fín de mi batalla, no sabía porque llevaba una armadura pesada, que asfixiaba mi camino. Pero algo ocurrió, un eco lejano merodeando en mi interior, un brillo en mis ojos y unas palabras apacibles, fueron las armas que saqué para  tambalear los cimientos de tu vida, sin miedo a mis palabras,  a pesar de que tu controlabas la mía.


"...y mi pricesa se espanta por mucho que yo le cante,
 he luchado con dragones,
 perdí siempre la batalla,
 inmolé mis emociones,
perdí el amorcito del alma,
pero me queda la vida
, y yo me emborracho con ella,
 de licores y bebidas,
me bebo tus ojos morena.
Asi como mis pasiones,
 y mis paisanos poetas de andalucia,
 este romance inmolado,
 para esa morena mía,
que nunca nada me ha dado,
 y de mi siempre me olvida,
 pero me hace mas humano,
 viva mi pena y mi vida"

 (P.J. Cabrera)

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