He recibido varios comentarios anónimos, de personas, que desinteresadamente leen alguna que otra vez, este pequeño espacio cibernético. Mis ganas de ponerle cara a sus vocablos, son tan o igual, que mi muestra de gratitud, por querer compartir su cercana inquietud, al desnudar este periplo informal por el que viajamos, a desempolvar viejas emociones, a ser testigos fieles de la inmortalidad escrita. Siempre hay formas de expresar lo que uno siente, y eso, permanece imborrable en la memoria del tiempo, no perece, no huye... no muere. Y que mejor manera de vivir la vida, de celebrarlo, que el compartirlo sin miedo con los demás. Así que, humildemente, ¡¡Gracias!!. Quizás, quién sabe el porqué de tantas cosas, tras cada entrada, tras cada línea o tras cada palabra de este blog, se esconda anónimamente la voz de muchos de vosotros.
Hace poco mantuve una conversación estrecha, de esas que últimamente están aflorando, sin saber muy bien porqué, con mi amiga Susana, compañera fiel de batalla y a la que personalmente, "vasallo" gran fervor. Susana es una persona que indaga más allá, que hace síntesis primordial, ella se atreve con todo, siempre saca una conclusión, no tiene miedo, te las lanza sin más, y ésto, entre tu y yo, me encanta, me cautiva y me apasiona. Hablamos de una de las entradas últimas que elaboré, y que al parecer, sin yo pretender ser altivo, faltaría mas, ha gustado a los simpatizantes de este rincón, cosa que me enorgullece, y me alienta. No sé si la recordáis, se titula "Alto Voltaje", en la que construyo la despedida de alguien muy especial, a la que "el personaje", tiene el gusto de acompañar a la parada de taxis. Como bien, mi buena amiga, interpretaba a su personal usanza, menos mal y faltaría más, el contenido de dichas palabras, intentado rodear los relieves linguísticos y morfosintácticos, yéndo de lleno, a la realidad sensitiva de la causa, incluso mucho mas lejos, se atrevía a indagar en las consecuencias de aquel breve relato, desafiando al propio principio de incertidumbre.
He aquí lo hermoso de la cuestión, presencia mágica de las palabras cargadas de esencia que, sin apenas moverte de la silla, te hacen viajar, hacen pensar, hacen sentir...Hacen íntimas las experiencias ajenas, es un regalo humano y auténtico, y que no perezca nunca.
Por eso compañer@, te invito a seguir a mi lado, acompañándome a escribir en cada palmo de asfalto, esculpiendo piedras literarias, y sintiendo como la vida nos abraza, nos susurra, nos araña... pero siempre sin miedo, sin miedo, a nuestras propias palabras.