domingo, 20 de noviembre de 2011

Alto Voltaje

...y la acompañé a la parada del taxi, como quien acompaña a un pequeño al colegio en su primer día de clase. La vi acariciarme tímidamente con la mirada, bolso en mano, pose de despedida, como si el tiempo no nos contaminara, beso en mejilla, y mientras tanto yo, intentaba controlar con la mente el semáforo, desafiando alargar su luz verde, retrasando su partida, aunque tan sólo fuese unas meras moléculas de segundo. Un caleidoscópico intervalo de tiempo leyendo su minuciosa e intangible espalda, saboreando la emoción de la partida, pensando incluso, cuando volvería a verte. No pude resistir mirar una vez más, antes de que el taxi girara a la izquierda, y te perdiera en el espacio y en el tiempo, sin saber muy bien como y porqué, nuestras miradas se cruzaron, tú, tras el cristal, sacudías tu mano izquierda enviando señales de despedida, yo, con la mirada pérdida sobre el mojado asfalto, sólo pude esbozar una introvertida sonrisa, y me dispuse, muleta en mano, a proseguir mi vuelta a casa, clavando la fiel pupila, en aquél rincón que albergó la lucha desenfrenada entre un trozo de papel de caramelo y tus dedos eléctricos.

El tiempo se detuvo, una vez más, como tantas otras
veces, conflicto emocional, con sabor a hiel, quien sabe porqué, ni yo mismo lo sé.

No habrá distancias que no cubra cualquier hombre que te busque.





5 comentarios:

Anónimo dijo...

mmmm esto esta mucho mejor rafael.....un besote

R. Leiva dijo...

QUIERO SABER QUIEN ERES....me alegro que te guste

Anónimo dijo...

no deberia importarte quien soy...no tengo ninguna mala intecion de veras...creeme....solo que no sabia esta faceta de ti....la descubri y me gusta....leyendo me sumergo en otro mundo...y olvido...

R. Leiva dijo...

interesante, muy aduladora jeje....gracias pues

BEArt dijo...

Estos pequeños momentos son los que hacen de nuestros días algo diferente y especial. Cuando los evocas, no puedo evitar sonreír aunque la historia haya hecho saltar chispas de tristeza en mi corazón, porque hay tanta vida que me hacen despertar momentáneamente del letargo del día a día.