domingo, 15 de enero de 2012

300 emociones al día

En numerosas ocasiones he sentido el frío invierno adueñándose de mi. La brisa helada, exaltando una parte de mi, tiritando emociones que apaciguan hogueras descontroladas. El frío invierno marcando el cauce de mi sangre a simple vista, desafiando con su aliento de frescura, la impotencia de movilidad, atado a mi concentración de mantener la llama siempre encendida. A veces es difícil mantener la lumbre viva, más, cuando mi cuerpo vertiginosamente sufre el paso del tiempo.
Cuando en ocasiones pierdo la noción del tiempo, y he de sacar fuerzas de donde no las hay, me apoyo en varias escenas que convierten en intangible mis emociones.
Leónidas, acudió a la batalla sabiendo que no regresaría. Sumergido en una muerte segura, aceptó la disposición de su esposa, y condujo a 300 hombres a su propia erradicación. Lo hizo sin miedo, asumiendo la responsabilidad de sus actos, creyendo en sus hombres. Las Termópilas se convirtieron en una sangrienta batalla, donde el frío invierno se alió con los espartanos, que combatían por honor, por su región y por la tiranía opresora del enemigo Jerjes.
A veces inspiro mis actos en Leónidas, intento mantener el frío invierno de mi lado, alimentar la hoguera con el gélido viento de las noches. Las Termópilas son mi día a día, allí combato, con mis 300 hombres, que no son más que lo que conlleva mi espiritualidad, mi personalidad y mi interior. El enemigo seguramente nos multiplica, en multitud de ocasiones, en número, pero nada nos abate si luchamos con fe.
Todo llevamos un Leónidas dentro, y si hay que caer, que sea de lugares bien altos, pues, no nos rendimos jamás.

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